· EL TERMINO MITO
Este término se ha cargado de muchas connotaciones; encontramos hasta perfumes con la palabra mito. Los griegos opusieron el termino mito, relato tradicional y fabuloso, al logos, relato razonable y objetivo, del que gustaban los filósofos.
Los mitos fueron transmitidos de generación a generación, y son conocidos por muchos. Tratan de las acciones ya de dioses ya de semidioses o héroes, que explican aspectos importantes de la vida social.
Los mitos nos dieron las primeras explicaciones del Universo de forma fantástica, hasta que la filosofía los suplantó como explicación científica del mundo.
· CLASES DE MITOS
- Mitos cosmogónicos: intentan explicar la creación del mundo. Son los más universalmente extendidos y de los que existe mayor cantidad.
- Mitos teogónicos: relatan el origen de los dioses. Por ejemplo, Athenea surge armada de la cabeza de Zeus.
- Mitos antropogónicos: narran la aparición del ser humano, quien puede ser creado a partir de cualquier materia, viva (un árbol, un animal) o inerte (polvo, lodo, arcilla, etc.). Los dioses le enseñan a vivir sobre la tierra, como el mito de Pandora.
- Mitos etiológicos: explican el origen de los seres, las cosas, las técnicas y las instituciones. Mito de Europa.
- Mitos morales: explican la existencia del bien y del mal. El mito de Niobe.
- Mitos fundacionales: cuentan cómo se fundaron las ciudades por voluntad de dioses. Un ejemplo es el de la fundación de Roma por dos gemelos, Rómulo y Remo, que fueron amamantados por una loba.
- Mitos escatológicos: anuncian el futuro, el fin del mundo. Siguen teniendo amplia audiencia. Estos mitos comprenden dos clases principales, según el elemento que provoque la destrucción del mundo: el agua o el fuego.
- MITOLOGIA CLÁSICA
• El papel de la MUJER en la Mitología era secundario, pues evidentemente los mitos estaban escritos por hombres.
PANDORA, LA PRIMERA MUJER
El Titán Prometeo, destacado por su altura y su fuerza descomunal, creó a los primeros hombres con arcilla. Pero los dioses se encolerizaron porque se encariño de ellos y Zeus les privó del fuego. Entonces, Prometeo se introdujo en el Olimpo y robó las semillas del fuego para entregárselas a la humanidad.
Cuando Zeus supo lo ocurrido, hizo encadenar a Prometeo, desnudo, a una roca del Cáucaso donde un águila devoraba cada día su hígado, que se regeneraba por las noches
El castigo para los hombres fue aun mayor. Llamó a Hefesto para que creara una mujer, tan bonita, que no pudiera resistirse a sus encantos. Hefesto modeló con arcilla a la mujer a imagen y semejanza de las diosas y Zeus pidió a cada una de ellas que otorgase una cualidad, pero el señor del olimpo Zeus ordenó que no se le otorgara una gran inteligencia.
Su nombre es Pandora, la que da todas las cosas, y entrega a la mujer al hermano de Prometeo, Epimeteo, a quien ya había avisado de la ardid y de que no aceptase ningún regalo de Zeus. Pero por más que la contemplaba más difícil le parecía encontrar nada peligroso en ella ¡era tan hermosa! Finalmente aceptó y le entregó una caja con unos regalos de boda, entre los que había una caja que le recomendaron no abrir jamás.
Pandora, curiosa por saber que había allí dentro, y pasados unos días decidió que por echar una ojeada no podía suceder nada. Sin embargo, súbitamente de su interior salieron todos los males: la vejez, la enfermedad, la pobreza, el vicio, la locura… y todos ellos penetraron en los cuerpos de Epimeteo y su mujer, pasándoselo después a toda la humanidad, y asustada cerró la caja lo mas rápido posible, pero solo consiguió que no escapase la esperanza, lo único bueno que tenia el recipiente.
LA BELLA ATALANTA
Nada más nacer, su padre la abandonó en el bosque, simplemente por haber nacido niña. Por suerte, una osa la amamantó y su infancia transcurrió en los bosques haciendo lo que más deseaba; la caza. Su patrona era la diosa de la caza, Artemis, y como la diosa juró permanecer siempre virgen.
El rey de Calidón ofrecía cada año un sacrificio a los dioses por las buenas cosechas. Sin embargo, en esta ocasión se olvidó de Artemis. Como castigo la diosa envío un jabalí gigantesco que asolaba los campos. Por ello, el hijo del rey, Meleagro, organizó una cacería para matarlo e invitó a todos los héroes del momento. La presencia de Atalanta incomodó a los hombres. Pero, entre Atalanta y Meleagro mataron a la bestia y éste le regaló la piel del jabalí, lo que provocó nada más que la ira de los tíos maternos de Meleagro. Finalmente, entablaron una lucha, en la que murieron atravesados por su espada.
Se decía de Meleagro que desde niño las Moiras anunciaron a su madre Altea que su vida estaría ligada a un tizón de leña ardiente, y que cuando se consumiera el tizón, Meleagro moriría. Altea, tras saber esto, sacó el tizón del fuego, lo apagó y lo guardó en secreto.
La madre de Meleagro, hermana de los tíos asesinados por éste, tomó venganza y sacó el tronco del cofre donde lo había guardado toda su juventud y lo arrojó al fuego. Cuando se hubo consumido, Meleagro murió al instante, como el destino había predicho.
El padre de Atalanta, orgulloso de su hija, la reconoció y la obligó a casarse, pero Atalanta puso una condición; se casaría con el pretendiente que le ganase en una carrera a pie, en caso contrario lo mataría. Muchos príncipes murieron al no poder competir con ella.
Un día un joven muy enamorado de la joven la retó y como era cauto invocó a la diosa del amor, Afrodita, que le hizo entrega de tres manzanas de oro y le dijo: “Así Atalanta se atrasara recogiéndolas, cuando esté a punto de alcanzarte”.
Hipómenes finalmente ganó la carrera y Atalanta se casó con él, pero un oráculo que le predijo que se convertiría en un animal, no tardó en cumplirse. Los recién casados, mientras paseaban por el bosque, entraron en el santuario de Zeus y de las caricias pasaron al sexo, cuyo dios ofendido los convirtió en leones. Una leyenda posterior señala que son ambos los leones que tiran del carro de la diosa Cibeles.
PASIFAE ENAMORADA DE UN TORO
Pasifae era la hija de Helios y la ninfa Perseis. Fue criada como una princesa en Grecia y dada entonces en matrimonio al rey Minos de Creta.
El dios Poseidón para vengarse de la afrenta que le había hecho Minos, hizo que Pasifae se enamorase del toro blanco que se había librado del sacrificio. Minos prometió que sacrificaría el animal que saliera del mar a Poseidón en agradecimiento a su favor por apoyarlo en la toma del trono. Pero Minos no sacrificó al toro blanco que salió del mar sino que sacrificó otro y éste lo guardo para su rebaño.
Pasifae nada más ver al toro sintió un calor tan grande que no tuvo remedio en confiarlo a Dédalo, el famoso artífice ateniense que vivía desterrado en Cnosos deleitando a Minos y a su familia con las muñecas de madera animadas que construía para ellos. Dédalo prometió ayudarla y construyó una vaca de madera hueca que cubrió con cuero de vaca. Le puso ruedas ocultas bajo las pezuñas y la llevó a la pradera donde el toro de pacía bajo las encinas entre las vacas de Minos. Luego de enseñar a Pasifae cómo se abría la portezuela corrediza situada en la parte trasera de la vaca, y de ayudarla a entrar con las piernas metidas en los cuartos traseros, se retiró discretamente. El toro blanco no tardó en acercarse y montar a la vaca de madera, de modo que Pasifae vio satisfecho su deseo y a su tiempo dio a luz al Minotauro, monstruo con cabeza de toro y cuerpo humano.
FEDRA LA MALVADA MADRASTRA
Fedra era una princesa cretense, hija de Minos y Pasifae, y hermana de Ariadna. Fue dada en matrimonio a Teseo, el gran héroe ateniense, quien había abandonado a su hermana Ariadna tiempo atrás, cuando fue a Creta a matar al Minotauro. De esta unión nacieron dos hijos: Acamante y Demofonte.
Pero se enamoró del que era su hijastro, el hijo de Teseo e Hipólita o Antíope, reina de las Amazonas. Éste rechazó las insinuaciones, por lo cual Fedra, despechada, lo acusó ante su padre de haber intentado violarla y murió a consecuencia de una maldición arrojada por su padre. Irritado, Teseo entregó a su hijo a la furia de Poseidón, quien envió un monstruo marino que espantó a los caballos de Hipólito, que fue arrastrado y resultó herido fuertemente, hasta morir.
Finalmente Fedra se suicida al conocer la noticia.
MEDEA LA MAGA Y JASON EL ARGONAUTA
Jasón, hijo de Esón, rey de Yolcos en Tesalia, hasta que su propio hermano, Pelias, lo destronó. Un día que Pelias, tío pues de Jasón, fue a consultar sobre su futuro, fue advertido por el oráculo de que tuviera cuidado con un hombre calzado con una sola sandalia, porque pondría en peligro su trono.
Jasón fue educado por el centauro Quirón hasta que fue adulto. Cuando cumplió los veinte años, se dirigió a Yolco dispuesto a recuperar el trono que por herencia le pertenecía. Vestía de manera extraña, cubierto con una piel de pantera, con una lanza en cada mano y con el pie izquierdo descalzo, según algunos porque había perdido una sandalia cruzando un río. Con esta indumentaria se presentó en la plaza pública de Yolco en el momento en que su tío Pelias se disponía a celebrar un sacrificio. Pelias no lo reconoció, pero sintió miedo por el extranjero descalzo.
Jasón permaneció con su padre Esón cinco días y al sexto se presentó a Pelias y le reclamó el trono que legítimamente le pertenecía. Pelias decidió alejarlo de su tierra enviándolo a una difícil misión: viajar hasta la Cólquide, y traer de allí el vellocino de oro, la piel de un carnero fabuloso que había salvado la vida a Frixo, antepasado de Pelias, y lo había trasladado a la Cólquide. Allí Frixo ofreció en sacrificio a Zeus este carnero y luego regaló la piel del animal, que era de oro, al rey Eetes. Éste lo consagró a Ares y lo depositó en un árbol custodiado por dos toros que arrojaban fuego por la boca y una serpiente que nunca dormía.
Jasón solicitó entonces la ayuda de Argos, hijo de Frixo, y, por consejo de Atenea, construyó la nave Argo, que había de conducir a la Cólquide a Jasón, acompañado de un grupo de unos cincuenta héroes griegos, que tomaron el nombre de Argonautas (marineros de Argo): Orfeo, Cástor, Pólux... Reunidos pues los Argonautas, se hicieron a la mar en dirección a la Cólquide.
Después de pasar por algunos países, llegaron a Salmideso donde encontraron a Fineo, ciego y adivino, al que los Argonautas ayudaron a deshacerse de las Harpías, monstruos voladores con rostro de mujer, garras y alas, que, cumpliendo un castigo impuesto por los dioses, impedían que Fineo pudiera alimentarse.
Fineo, en agradecimiento, informó a los Argonautas sobre el camino a seguir hasta la Cólquide y además les dijo cómo podían superar el peligro que les esperaba al llegar a las Rocas Azules, dos enormes peñascos flotantes en continuo movimiento que chocaban entre sí aplastando a todos los que pretendían pasar entre ellas. Superado tantos obstáculos, por fin llegaron a la Cólquide.
Medea era la hija de Eetes, rey de la Cólquide y de la ninfa Idía. Era sacerdotisa de Hécate, divinidad que preside la magia y los hechizos, de la que se supone que aprendió los principios de la hechicería junto con su tía, la maga Circe.
Cuando Jasón y los argonautas llegaron a la Cólquide y reclamaron el vellocino de oro, el rey Eetes les prometió que se lo entregaría sólo si eran capaces de realizar ciertas tareas. En primer lugar Jasón tenía que uncir dos bueyes que exhalaban llamaradas de fuego por la boca y arar un campo con ellos. Una vez arado debería sembrar en los surcos arados los dientes de dragón que Eetes le dio. Jasón aceptó las condiciones, a pesar de que salir airoso de la prueba se le hacía imposible.
Sin embargo Medea, traspasado su corazón por los dardos certeros del amor de Eros y aconsejada por su hermana, cuyos hijos había salvado Jasón de perecer en la isla de los pájaros, visitó esa misma noche la tienda de Jasón y le proporcionó pociones, ungüentos mágicos e instrucciones precisas para lograrlo. Invulnerable al fuego y poseedor de una fuerza sobrenatural pudo el héroe someter a los bueyes y uncirlos al arado, roturando a continuación la porción de tierra acordada. Después, tras arrojar los dientes en los surcos, se retiró a observar cómo de cada diente surgía un soldado esqueleto, hombres sembrados, fuertemente armados. Tras esperar pacientemente a que se desarrollasen completamente un gran número de ellos, y siguiendo los consejos de Medea, arrojó una enorme piedra entre los soldados y éstos, que no sabían quién la había arrojado, lucharon encarnizadamente entre sí por hacerse con ella hasta la muerte. Finalmente, aún bajo los efectos de las pociones mágicas de Medea, Jasón acabó con los que quedaron en pie.
Tras salir airoso de esta prueba, Eetes se enojó excesivamente y se negó a cumplir su parte del trato. Guiados entonces por Medea los argonautas llegaron al bosque donde se escondía el Vellocino de Oro, donde Medea exhortó a los presentes a evitar ser hipnotizados no mirando a los ojos a su guardián, una serpiente enorme que jamás dormía. Ayudada de unas hierbas especiales y sus propios poderes hipnóticos Medea logró dormirla, permitiendo así que Jasón cogiera el preciado trofeo y pudieran todos regresar con él a su patria.
La expedición de los Argonautas partió entonces con la compañía de Medea ya que, sabedora de que su traición nunca sería perdonada y enamorada perdidamente de Jasón, había rogado poder huir con la expedición a cambio de sus servicios. Jasón no solo había accedido sino que prometió hacerla su esposa, jurándole que le sería siempre fiel.
Eetes mandó entonces a su hijo mayor Apsirto al frente de una gran flota a perseguirlos. Cuando logró al fin darles alcance, Jasón acordó con Apsirto entregar a Medea a cambio de poder continuar su viaje con el Vellocino. Pero Medea urdió nuevamente una estratagema para que su hermanastro se presentase solo a la negociación, lo que aprovechó Jasón para asesinarle a traición y arrojar su cuerpo, troceado en múltiples pedazos, al mar. El desconsolado Eetes tuvo que entretenerse recogiendo uno por uno los restos de su hijo, lo que dio ventaja a los Argonautas para que pudieran escapar.
Cuando Jasón y Medea llegaron a Yolcos, Pelias se negó a entregarle el trono, a pesar de que habían traído el vellocino. Medea conspiró entonces para que fueran las propias hijas de Pelias las que acabasen con él: caracterizada como una anciana sacerdotisa hiperbórea de la diosa Artemisa les demostró que se podía rejuvenecer a un anciano troceando a Esón, el padre de Jasón, e hirviendo los pedazos en un caldero. Al instante un Esón rejuvenecido saltó de él. Pero cuando las hijas de Pelias, exceptuando la menor de ellas, con la mejor intención, descuartizaron a su padre, éste no sobrevivió.
A pesar de haberse librado ya de Pelías, los habitantes de Yolco aborrecieron el magnicidio y Jasón y Medea se vieron obligados a dejar Yolco partiendo hacia Corinto, llamados por los habitantes de esta ciudad sobre la que Medea pretendía tener derechos al trono. Allí Jasón acordó con el rey Creonte abandonar a Medea, para unirse a su hija la princesa Glauca.
Medea entonces, arrastrada por los celos, envió a Glauca como regalo de bodas un manto de irresistible belleza. Cuando Glauca lo recibió de manos de la sirvienta de Medea se lo puso de inmediato, liberando la magia contenida en él, que la convirtió en una tea llameante. Las llamas la consumieron totalmente a ella y a su padre, Creonte, que se abalanzó sobre ella con intención de salvarla.
A continuación, y para hacer el máximo daño a Jasón, Medea mató a los dos hijos que habían tenido en común.
Los habitantes de Corinto, bien en venganza por la muerte de Creonte o bien decepcionados por el comportamiento de Medea, la apedrearon en el templo de Hera y la obligaron a abandonar la ciudad. Huyó en el carro de serpientes aladas que le había regalado su abuelo Helios, dios del sol.
Tras errar por distintos lugares en busca de protección, Medea llegó a la ciudad de Atenas, cuyo rey, Egeo, no sólo le ofreció hospitalidad sino que se casó con ella con la esperanza de que sus hechicerías le permitieran concebir un hijo pese a lo avanzado de su edad. La hechicera cumplió sus expectativas teniendo de él un hijo al que llamaron Medo.
Cuando Teseo, el hijo secreto de Egeo, llegó a Atenas dispuesto a que su padre le reconociera como heredero, Medea lo tomó como una amenaza al futuro de su hijo, e intentó envenenarlo. Pero Teseo la descubrió, y acusada de cometer horribles crímenes y de brujería, Medea tuvo que huir de nuevo, esta vez con su hijo.
Habiéndose enterado de que su padre Eetes había sido destronado por su propio hermano Perses, Medea y su hijo acudieron en su ayuda. Medo mató a Perses y el país recibiría en su honor el nombre de Media. Medea no murió, sino que se hizo inmortal y moró en los Campos Elíseos, donde dicen que se casó con Aquiles.
• La Mitología nos brinda innumerables lecciones de presunción y vanidad para con los dioses, quienes, impiadosos, otorgan dolorosos castigos a los mortales engreídos.
NIOBE Y SU DESCENDENCIA
Níobe, hija de Tántalo y hermana de Pélope se casó con Anfión. Ésta le dio siete hijos y siete hijas. Feliz y orgullosa de sus hijos, Níobe declaró un día que era superior a Leto, madre de un hijo y una hija.
Por ello, la diosa, que lo oyó, pidió ofendida a sus hijos Artemis y Apolo que la vengasen. Así lo hicieron las dos divinidades, matando a los hijos de Níobe con sus flechas, Artemis a las muchachas y Apolo a los varones. Níobe en su dolor fue metamorfoseada en roca, pero sus ojos siguieron llorando y se enseñaba la roca que había sido antes Níobe, de la que fluía un manantial.
• El papel del HOMBRE en la Mitología es principal, pues evidentemente los mitos estaban escritos por hombres, que creían en sus dioses, semidioses y héroes.
DIOSES:
ZEUS Y SUS AMORIOS
Zeus yació con Alcmena tras adoptar la apariencia del marido de ésta, Anfitrión de Tebas, que había dejado su hogar para ir a la guerra contra Atenas. Zeus hizo que su noche se prolongase por espacio de tres días completos, ordenando al Sol de no salir, hasta que no hubiese transcurrido todo aquel tiempo.
Al regresar Anfitrión, quedó sorprendido de que su esposa no lo recibiera con efusión y cuando empezó a narrar su campaña y su victoria, Alcmena le replicó que ya conocía los detalles. Zeus le anuncio el nacimiento de dos gemelos, uno inmortal, Heracles, y otro mortal, Ificles.
En la noche en que los gemelos nacieron, Hera, conociendo el adulterio de su marido, logró convencer a Zeus de que prestara un juramento según el cual el niño que naciera aquella noche, miembro de la casa de Perseo, sería un gran rey.
Una vez Zeus hubo jurado, Hera corrió a la casa de Alcmena y ralentizó el parto sentándose con las piernas cruzadas y las ropas atadas con nudos. Al mismo tiempo, provocó que su primo Euristeo naciese prematuramente, haciendo así que fuese rey en lugar de Heracles.
Unos pocos meses después de su nacimiento, Hera envió dos serpientes para matarlo mientras dormía en su cuna. Heracles estranguló una serpiente con cada mano y fue hallado por su niñera jugando con sus cuerpos exangües como si fueran unos insignificantes juguetes.
Zeus ordenó a Hermes coger a su pequeño hijo y llevarlo junto a su esposa Hera, mientras dormía. Entonces Heracles succionó de pecho de Hera, pues se decía que su leche daba la inmortalidad. Al descubrir quién era, lo apartó de su pecho y un chorro de su leche formó la mancha que cruza el cielo y que puede verse en él desde entonces, conocido como la Vía Láctea.
SEMIDIOSES:
PÉLOPE, EL DEL HOMBRO DE MARFIL
El Peloponeso es una península de Grecia que debe su nombre a Pélope, hijo del rey Tántalo de Anatolia, quien quiso ofrendar a los dioses con una exquisita comida y no tuvo mejor idea que descuartizar a su propio hijo, cocinarlo y servirlo. Demeter, diosa de la agricultura, aceptó la ofrenda y comió el hombro izquierdo, mientras que los demás dioses advirtieron el origen de esa carne y en lugar de comerse al muchacho, le devolvieron la vida y reemplazaron su hombro por uno de marfil. Pero además, le concedieron una gran belleza, tanto que Poseidón se enamoró de él, lo hizo su amante en el Olimpo y le enseñó a conducir su divino carro. Más tarde Zeus expulsó a Pélope.
De regreso entre los mortales, Pélope quiso casarse con Hipodamía, hija de Enomao, rey de Olimpia, pero todos los pretendientes de la princesa debía primero vencer al rey en una carrera de carros. Enomao sabía que una profecía afirmaba que moriría a manos de su yerno, por lo que ayudado con los caballos de Bóreas (dios del frío viento del norte), ya había vencido y matado a treinta pretendientes de Hipodamía.
Sin embargo, Pélope fue decidido a pedir la mano de Hipodamía y se preparó para competir con Enomao. Para asegurarse la victoria, también pidió ayuda al auriga de Enomao, llamado Mírtilo, prometiéndole la mitad del reino o la primera noche en el lecho de la princesa. El auriga, que estaba enamorado de la princesa, aceptó y cambió las pezoneras de bronce que sujetaban las ruedas al eje con unas falsas hechas de cera de abeja.
La carrera comenzó y cuando Enomao estaba a punto de matar a Pélope, las ruedas se soltaron y el carro se rompió, arrastrando al rey hasta morir, no sin antes haber maldecido al auriga con la muerte a manos de su cómplice, Pélope.
El auriga Mírtilo tuvo su recompensa, pero Pélope lo mató porque éste había intentado violar a Hipodamía, cuando viajaban los tres por Grecia. Pélope lo había dejado al cuidado de su mujer, mientras él mismo buscaba agua. Aún agonizando, Mírtilo maldijo a Pélope y esto condenó a toda su futura familia.
Pélope se casó con Hipodamía y tuvieron varios hijos los más importantes; Atreo y Tiestes. De una antigua relación con una ninfa tuvo un hijo Crisipo, quien fue este último raptado por Layo al enamorarse de él, por lo que también su familia fue maldecida por Pélope y asesinado por sus dos hermanos por ser el favorito y heredero el reino. Ambos fueron maldecidos y desterrados junto con su madre, quien terminó ahorcándose.
Atreo y Tiestes se dirigen Micenas, cuyo rey era pariente. Al morir el rey sin descendencia, un oráculo aconsejó a los habitantes de Micenas que eligiesen rey a un hijo de Pélope. Los dos hermanos comenzaron a alegar sus respectivos títulos al trono..
Atreo afirma que es él el heredero del trono por ser mayor de edad, pero Tiestes, del que está enamorado Aérope, esposa de Atreo, con el que comete adulterio y por la que consigue robar un cordero de oro que poseía Atreo, propone que el dueño del cordero sea elegido rey. Atreo, que desconoce el robo, acepta el reto de Tiestes. Éste entonces muestra el cordero robado como suyo y es nombrado rey. Atreo pide ayuda a Zeus y el padre de los dioses, por medio de Hermes, anuncia que va a hacer un prodigio, a saber: que el sol se ponga por Oriente y que apueste con su hermano de que si tal cosa ocurre, recupere el trono. Tiestes acepta y el prodigio ocurre. Atreo recupera el trono y destierra a su hermano sin saber de las relaciones adulteras de su esposa.
Pero cuando se entera de las relaciones entre su mujer y su hermano, invita a Tiestes para supuestamente reconciliarse con él y le ofrece un gran banquete. Una vez acabado, Atreo le muestra de donde ha sacado los alimentos y para ello le muestra los restos de sus hijos (cabezas y pies) que sin saberlo había comido. Tras esto vuelve a desterrarlo.
Entonces Tiestes busca venganza y un oráculo le anuncia que si concibe un hijo de su propia hija Pélopia, éste será su vengador. Deja embarazada a Pélopia sin que ésta lo sepa y la envía al rey Tesproto. Allí la conoce Atreo, se enamora de ella y la pide en matrimonio. Pélopia, estando ya casada con Atreo, da a luz al hijo que había engendrado con su padre y le pone por nombre Egisto. Éste será expuesto al nacer por su madre, pero Atreo lo manda buscar y lo acoge como hijo suyo.
Años después Atreo manda que los hijos de su primera mujer, Agamenón y Menelao, busquen a su hermano Tiestes del que se ha enterado que está en Delfos. Allí le encuentran y le hacen volver.
Cuando llega a Micenas, Atreo da orden a Egisto, al que cree hijo suyo, de que mate a Tiestes y cuando va a hacerlo, éste reconoce en la mano de Egisto la espada que perdió durante su incesto con su hija Pélopia y que ésta había recogido y regalado después a su hijo. Se lo cuenta todo a Egisto y Pélopia confirma los dato a la vez que se suicida con dicha espada y entonces Egisto saca la espada del cuerpo de su madre y se dirige a ver a Atreo que le recibe muy contento creyendo que la sangre de la espada es la de Tiestes.
Finalmente Egisto mata a Atreo y restablece a su padre Tiestes en el trono de Micenas. A Tiestes le sucederá su sobrino Agamenón, hijo de Atreo, tras dar muerte al hijo superviviente de Tiestes, Tántalo. Después Agamenón se casa con Clitemnestra, pero ésta le engañará con su primo Egisto y ambos lo matarán a su vuelta de la guerra de Troya con la excusa de haberlo hecho porque Agamenón había sacrificado a su hija Ifigenia.
La casa de Atreo acabará con el asesinato de Egisto y Clitemnestra a manos del hijo de ésta y de Agamenón, Orestes, impulsado por su hermana Electra, cumpliéndose así la maldición de que todas las mujeres de la casa de los Pelópidas serían nefastas para sus maridos, maldición que procedía desde Hipodamía, la esposa de Pélope y madre de Atreo y Tiestes.
PERSEO EL MIMADO DE LOS DIOSES
Acrisio, el rey de Argos, se amedrentó cuando el oráculo de Delfos le predijo que moriría a manos de su nieto, el hijo de su querida hija Dánae. Por ello, encerró a la joven en una torre sin ventanas, pero el padre de los dioses Zeus que se había fijado en ella, se convirtió en lluvia de oro y la sedujo. Nueve meses después nació Perseo. Acrisio al descubrir la verdad los encerró en una caja y los arrojo al rió. Sin embargo, los dioses fueron favorables y condujeron la caja a una isla Séfiros, donde unos pescadores la cogieron pensando que era un regalo de Poseidón y les dieron cobijo. Allí Perseo vivió una infancia feliz junto a su joven madre.
El rey de la isla se había prendado de Dánae e ideó una estratagema para deshacerse de él. Durante un banquete anunció su boda con una joven. Todos los asistentes debían ofrecerle un presente y entonces Perseo le dijo:
“yo no tengo caballos ni oro para regalarte, pero si te casas con la joven y no con mi madre, soy capaz de traerte cualquier regalo del mundo, aunque sea la cabeza de Medusa.
Entonces el feliz rey lo envió a por su regalo, esperando que en el mejor de los casos que muriera, o, en el peor de ellos, desapareciera de la escena.
Así pues, Perseo emprende el camino y Atenea, su hermanastra, le entrega su escudo para protegerse de Medusa, ya que su poder era el de petrificar a las personas que la mirasen directamente. Su otro hermanastro, Hermes, le entrega una hoz para cortar de un solo tajo la odiada cabeza de Medusa. Y después le instruyen para que busquen a las Viejas hermanas de las Gorgonas, divinidades que nacieron viejas y con un solo ojo.
Perseo tras encontrarlas les robó el único ojo que tenían y ellas accedieron a contarle donde estaban las Ninfas, que debían entregarle unos objetos para vencer a Medusa. Las amables Ninfas le explicaron la manera de llegar a las Gorgonas y les hicieron entrega de unas sandalias aladas, un zurrón mágico para esconder la cabeza de Medusa y el casco de Hades, que hacia invisible a quien lo llevaba.
Perseo usó las sandalias aladas para llegar hasta las Gorgonas. El camino que conducía hasta las horribles hermanas estaba lleno de hombres y mujeres petrificadas. Al final, llegó al lado de Medusa que dormía y le cortó la cabeza, que metió en el zurrón. Sus hermanas se despertaron, pero solo vieron el cuerpo de Medusa porque Perseo se había colocado el casco de Hades que hace invisible a quien lo lleva puesto.
Perseo de regreso a Séfiros con las sandalias aladas vio una bonita joven Andrómeda, condenada a ser devorada por un dragón, pues su madre se jactaba de ser más bella que las divinidades marinas, las Nereidas, y Poseidón envió un dragón alado que causaba la devastación y se detendría si su hija formaba parte de su alimentación.
Perseo mató al dragón liberando a Andrómeda del suplicio y sus padres se la dieron como esposa. Pocas horas después, casados y felices, estaban celebrando el acontecimiento. Pero apareció el antiguo pretendiente para reclamar el derecho sobre la joven y los padres de Andrómeda le dijeron que si tanto la amabas, haberla salvado cuando estaba encadenada al acantilado.
Al final, Perseo se encontró solo ante más de doscientos hombres dispuestos a matarlo. Así pues, Perseo les dijo que quien apoye mi causa, que aparte la vista, y al punto sacó la cabeza de Medusa.
Finalmente, emprende el camino hacia el reino de Séfiros para entregar la cabeza al rey y liberar así a su madre. Entró al palacio furioso. La llegada de Perseo provocó la hilaridad del rey. Y en ese momento, sacó la cabeza de Medusa, apartando la mirada.
Con su madre ya libre, Perseo consideró que era el momento de descansar en su patria Argos, no sin antes haber devuelto los instrumentos que le habían prestado los dioses. A Athenea le devolvió el escudo y le ofreció la cabeza de Medusa. La diosa la colocó encima de su escudo como agradecimiento, y es así como se le representa.
Cuando el padre de Dánae se enteró de su llegada, sintió tal terror que huyó a Tesalia donde se celebraban unos juegos funerarios. Perseo y su familia también se habían detenido allí y el joven participaba en el lanzamiento del disco.
Al lanzar el disco se oyó un alarido entre el público. Incomprensiblemente el disco se había desviado de su ruta y había impactado en un anciano. Aquel anciano no era otro que Acrisio, que sin saberlo había acudido puntualmente a su cita con la muerte. La profecía se había cumplido. Como le sucedía en el reino, Perseo cambió su reino por el de Tirinto y Micenas y allí gobernó sabiamente hasta el final de sus días. Cuando murió, los dioses lo apremiaron colocándolo en el cielo en forma de constelación.
HEROES:
HERCULES LA GLORIA DE HERA( mis alumnos)
TESEO EL ATENIENSE
Egeo, el rey de Atenas, deseoso de descendencia se dirigió al oráculo de Delfos, pero su respuesta fue oscura: no abras el odre de vino, sin haber llegado a la parte más elevada de la ciudad. De vuelta a Atenas, se detuvo en el palacio de un amigo suyo y le recitó el enigma. El rey comprendió el oráculo y dispuso aquella misma noche un copioso banquete para su amigo, sirviéndole vino hasta que estuvo totalmente ebrio.
Entonces, la hija del rey, Etra, lo acompañó a su lecho, y lo sedujo. Se quedó dormida junto a él, pero a mitad de la noche sintió un impulso de desplazarse a una isla para hacer una ofrenda a un héroe famoso. Allí le esperaba el dios Poseidón que le hizo el amor.
A la mañana siguiente, Egeo se despertó al lado de Etra y él la sonrió. Después la llevó al monte y le dijo que si algún día tenía un hijo suyo, cuando fuera suficientemente fuerte, como para mover esta roca, donde dejaré una espada y unas sandalias, ordénale que venga a Atenas, donde será rey.
Un niño nació, Teseo, que pasó su infancia al lado de su madre. El día que cumplió dieciséis años su madre lo condujo a la roca donde su padre Egeo había dejado los regalos y le explicó cual era su linaje.
Se puso en marcha por tierra, donde había numerosos gigantes y monstruos mitológicos, a los que Teseo fue venciendo. La fama de las aventuras de Teseo crecía cada día.
Al llegar a Atenas fue invitado a un banquete por los mismos reyes. Allí se estaban relatando sus hazañas, cuando acababan de servirle un enorme pedazo de ternera. Teseo prefirió cortarlo con su espada, y el rey, que había reconocido su espada, lo reconoció como su propio hijo y como rey de Atenas.
Teseo, que quería ganarse el favor del pueblo y ganar popularidad, decidió acabar con el famoso toro que Heracles había traído de Creta, y así lo hizo.
Un día aparecieron en el mar unos navíos del rey de Creta, Minos. La ciudad de Atenas parecía estar de luto y Egeo le contó una vieja historia: “cada nueve años las naves de Minos vienen a recoger siete varones y siete doncellas, para que sirvan de alimento al Minotauro, un monstruo que tiene cabeza de toro y cuerpo humano y que está encerrado en un laberinto, tributo que se impuso a Atenas después de ganarle en un cruel ataque.
Teseo se ofreció voluntario para viajar a Creta con los otros elegidos. Antes de abrazar a su hijo por última vez le dijo: “si regresas victorioso de Creta, cambia las velas negras del barco por estas blancas. Así no tendré que esperar para saber si regresas vivo o muerto.
Cuando arribaron a la isla Afrodita, la diosa del amor, veló por Teseo e hizo que la hija del rey Minos, Ariadna, se enamorara perdidamente de él. Así pues, le dijo en secreto que le ayudaría a matar a su hermanastro el Minotauro, si le prometía llevarla y casarse con ella. Teseo aceptó sin pensarlo y Ariadna le entregó un ovillo mágico de hilo, que le había proporcionado el creador del laberinto.
Cuando encerraron a los jóvenes en el laberinto, Teseo siguió las instrucciones de Ariadna y ató un extremo del hilo a la entrada. Finalmente, el ovillo se detuvo delante de la habitación de la bestia y Teseo, desarmado, entró como un huracán y comenzó a darle puñetazos, hasta que el Minotauro murió. Antes de huir rescató a las otras victimas y perforó las naves cretenses para asegurarse de que no les siguieran.
Al llegar a la isla de Naxos, Teseo abandonó a Ariadna, mientras dormía. Cuando se despertó allí sola en aquella playa desierta, comenzó a llorar con amargura, pues por aquel hombre miserable había abandonado a su padre y su patria y pidió una maldición y venganza. Entonces, un dios Dioniso la vio desde el Olimpo y se apiadó de ella, por lo que la cortejó y la hizo su esposa, subiéndola a la morada de los dioses.
Al poco Teseo avista las costas de Atenas, y se olvida de cambiar las velas negras del navío por las blancas. Egeo que pasaba horas mirando el mar en espera de su hijo amado vio las velas negras. Al punto, se lanzó al acantilado y encontró la muerte. Aquel mar es conocido como el mar Egeo.
Esta tragedia le dio el trono de Atenas. Él mismo consiguió unir el país e hizo de Atenas su capital. Después de haber realizado tantas heroicidades, Teseo se dedicó a vivir grandes aventuras.
Primero se dirigió a la tierra de las Amazonas, mujeres salvajes que se cortaban un pecho para que no les molestara al dispara el arco y las flechas. Además no valoraban demasiado positiva la compañía masculina. A pesar de ello recibieron a Teseo con hospitalidad. Al ver a una bella amazona Antíope, la invitó a visitar su navío de guerra. Inmediatamente dio órdenes de zarpar, llevándose consigo a la bella amazona. Las Amazonas se pusieron en pie de guerra, pero fueron vencidas en Atenas. Teseo y Antíope tuvieron un hijo Hipólito aunque ella sabía que moriría a manos del hombre al que amaba.
Las circunstancias obligaron a Teseo a un cercamiento con Creta. El rey de Creta le ofreció en matrimonio a su hermana Fedra, que era también hermana de Ariadna. Teseo aceptó, evidentemente el trato no complació a la amazona que el mismo día de la boda, se vistió con su traje de guerra, preparada para matar y morir. Sin embargo, Teseo se precipitó hacia ella y la mató. No tuvo escapatoria.
El hijo de Teseo y la amazona fue enviado con su bisabuelo. Allí creció y se dedicó al culto de la diosa Artemis. La pasión de Fedra por el joven se desencadenó cuando coincidieron en unos rituales. Desde entonces, la reina se dedicó a espiarlo. Un día le escribió una carta donde le exponía su culpable pasión. En seguida, Hipólito se dirigió a los aposentos de la reina y le dijo que él nunca sería suyo. Fedra pensó que si le explicaba lo sucedido al rey, ella lo perdería todo, así que se rasgó las ropas y la cara, fingiendo una violación.
Teseo creyó la versión de su mujer y maldijo a su hijo, invocando a Poseidón. En aquel momento una poderosa ola se levantó del mar, surgiendo un lobo marino. Los caballos presos del pánico erraban, el carro se hizo trizas contra las rocas e Hipólito murió pisoteado por sus propios caballos, quedando su cuerpo destrozado. Cuando Fedra supo lo ocurrido, se ahorcó.
Teseo y su mejor amigo Piritoo, también un semidios hijo de Zeus, al quedarse ambos viudos sellaron un pacto: se casarían con una semidiosa, pues eran hijos de dioses. La primera mujer que raptaron fue Helena, una griega extremadamente bella. Ambos amigos decidieron sorteársela. Teseo la ganó, pero como era todavía una niña, debía esperar a que se hiciera mujer, así que la escondió. Después pactaron raptar a Perséfone, la mujer de Hades. Unos instantes más tarde ya se veían bajando al Infierno. Hades escuchó la pretensión de estos semidioses insolentes y les obligó a sentarse en unas sillas. Al instante, sus cuerpos empezaron a formar parte de las sillas y por mucho que lo intentaban no pudieron levantarse. Allí estuvieron durante 4 años hasta que un buen día Heracles fue a parar al Infierno. Los dos amigos le tendieron la mano pidiéndole socorro y Heracles, conmovido, suplicó a Perséfone que lo ayudase; ella no se negó. Heracles se plantó delante de Teseo y estiró de sus manos con todas sus fuerzas hasta que consiguió arrancarlo de la silla, pero no pudo sacar a Piritoo que quedo sentado eternamente en la silla del olvido.
Aquellos años que Teseo estuvo prisionero, Helena había sido rescatada y sus hermanos arrasaron Atenas, donde restauraron la tiranía. Cuando regresó, el pueblo ateniense le dio la espalda y se fue al exilio. Una tempestad lo llevó a la isla de Esciros, donde el rey lo recibió amigablemente. Teseo le recordó que unas tierras de la isla una vez pertenecieron a su familia. El rey que lo recordaba muy bien, lo condujo a lo más alto de la isla para que contemplase sus posesiones y allí mismo lo empujó al acantilado, donde murió.
DÉDALO EL INVENTOR
Dédalo era un reconocido inventor en toda Grecia, miembro de la familia real de Atenas, descendiente del primer rey del Ática, hijo de la Tierra. Tenía como aprendiz a su sobrino Talos, pero llegó el momento de la rivalidad y lo arrojó desde la colina de Atenas. Una vez descubierta la verdad, Dédalo fue condenado al destierro. Se dirigió a la isla de Creta, donde el rey Minos lo recibió con los brazos abiertos.
Por aquel tiempo Minos había incumplido un juramento, realizado al dios Poseidón, cuando le ayudó a obtener el trono; delante de su pueblo pidió que un toro saliera del mar, y nada más decirlo apareció nadando un toro blanco, animal que prometió sacrificar a Poseidón y a pesar de habérselo ofrecido, sacrificó otro toro menos bello.
Por esto Poseidón esperaba su castigo que llegó cuando Minos se casó con Pasifae. Provocó una pasión en Pasifae hacia el toro, un amor contra natura. La joven esposa pidió la ayuda a Dédalo, que le construyó una vaca de madera. La reina se introdujo en su interior. La creación era tan perfecta que el toro se acercó al instante y la montó. De este apareamiento nació el Minotauro, un monstruo con cabeza de toro y cuerpo humano. El inventor construyó un laberinto para esconder al monstruo.
Cuando Minos se enteró de que Dédalo había sido el fabricador de la vaca, hizo que lo encerrasen con su hijo Icaro. Sin embargo, como buen inventor construyó con plumas unidas con cera un par de alas para ambos. Antes de huir aconsejó a su hijo de que no volara muy cerca del Sol, porque le fundiría sus alas. Pero el chico comenzó a elevarse hacia el Sol, maravillado por la velocidad y sus alas comenzaron a derretirse, hasta que cayó al mar ahogándose.
• La Mitología habla del DESTINO como algo irrefutable, donde los dioses marcan el destino de la Humanidad, dándoles la espalda y abandonándolos a su trágico destino, a causa del pecado que uno de sus progenitores hubo cometido algún día.
EDIPO EL TRÁGICO
Todo comenzó cuando Layo, rey de Tebas, se vio obligado a exiliarse y pidió asilo político al rey Pélope. Alli fue hospedado gentilmente, pero Layo se enamoró de su hijo Crisipo, y lo raptó. Esta conducta impropia hizo que el rey maldijese a Layo y se extendiera a todos sus descendientes.
Con el tiempo Layo volvió a reinar en Tebas y se caso con Yocasta, pero la descendencia no llegaba. Layo, afligido, consultó en secreto el oraculo de Delfos, que le dijo que cualquier hijo que saliera de las entrañas de Yocasta será su asesino. Layo regresó a palacio y cuando su mujer salió a su encuantro con una sonrisa, le dijo: “te repudio mujer, no quiero ningún hijo tuyo”.
Ella se sintió cruelmente insultada y aquella misma noche lo embriagó y le hizo el amor con una inusitada vehemencia. Nació el fruto de aquella noche y Layo le reveló el secreto del oráculo y su odio hacia aquel bebe, por lo que le perforó los pies con un clavo. Entonces la reina lo depositó en los brazos de un sirviente con la orden de que se deshiciera de él. Pero aquel hombre, conmovido por la criatura, se lo entregó a un pastor, amigo suyo, que iba a Corinto. Cuando el pastor llego a la ciudad se encontró con la reina que decidió adoptarlo.
El niño creció como hijo adoptivo de los reyes de Corinto y sus padres nunca le revelaron el secreto de su origen. De nombre le pusieron Edipo, que significa el que tiene los pies hinchados.
Ya en la edad viril, un hombre borracho le dijo que los reyes de Corinto lo acogieron por caridad. Edipo se lo preguntó a sus padres, pero ellos lo negaron muy ofendidos. Un día, en secreto, fue a consultar el oráculo de Delfos sobre su parentesco, pero el oráculo no le respondió a esa pregunta sino que le dijo: “márchate de alli, pues cometerás la doble impiedad de matar a tu padre y casarte con tu madre, trayendo al mundo una descendencia maldita.”
Y Edipo decidió no regresar jamás a Corinto.
Por entonces, su verdadero padre, que necesitaba los consejos del oráculo, se dirigía a toda velocidad a Delfos para preguntarle como podía liberarse de la Esfinge, que devoraba a los transeúntes, que no sabían responder sus enigmas, cuando se topó con el joven Edipo. El cochero gritó: “apártate de ahí”, pero Edipo no se apartó, por lo que hubo una contienda y Edipo mató al cochero y al propio Layo. Sin saberlo se habia cumplido la pimera profecía: había dado muerte a su padre.
El sucesor de Layo, Creonte, hermano de Yocasta, afirmó que cedería el trono y a Yocasta a quien acabase con la Esfinge. Y Edipo se encontró por casualidad con la Esfinge, que le planteó un enigma:
¿Que ser tiene unas veces cuatro pies, otras dos y otras tres, y es más débil cuantos más pies tiene? Edipo contestó sin dudar el hombre. Cuando la esfinge se vio vencida se suicidó. Y Edipo recibió el trono y se caso con Yocasta. La segunda profecía se cumplía: se casará con su madre sin saberlo y de ese matrimonio funesto nacerán cuatro hijos: Antígona e Ismene, y Eteocles y Polinices.
El incesto provocó las iras de los dioses y Tebas se convirtió en una ciudad llena de infortunios. Así que, Edipo preguntó al oráculo que le contestó: “expulsa al asesino de Layo”. Y Edipo, como rey de Tebas, profirió una maldición contra la persona que había acabado con el rey tebano Layo.
En aquellos momentos, llegó un mensajero de Corinto que traía la triste noticia de la muerte de Pólibo, el padre adoptivo de Edipo y que lo esperaban para nombrarlo rey. Pero Edipo no quería volver, pues quedaba la segunda parte de la profecía; casarse con su madre. Cuando el mensajero supo los temores de Edipo, le explicó el secreto de su origen: “tu origen es tebano y los reyes de Corinto te habían adoptado”.
Yocasta se dio cuenta que él era su hijo y se escondió en su habitación para ahorcarse. El dolor de Edipo era tan fuerte que se arrancó los ojos, para no ver más porque cuando llegase al infierno, no quería ver a su madre y a su padre, ni a sus propios hijos, nacidos del mismo vientre que él.
Sin embargo, el infortunio de Edipo no terminó aquí. Sus hijos varones lo humillaron y Edipo, antes de abandonar Tebas, les lanzó una maldición: “nunca viviréis en paz, y acabaréis muriendo uno, a mano de otro.
Edipo marchó al exilio, acompañado de su hija Antígona, hasta que murió y regresó al lado de su hermana menor Ismene.
Los hijos de Edipo decidieron reinar uno cada año. Eteocles reinó el primero, pero cuando llegó el momento del relevo, desterró a su hermano. Polinices, que se casó con la hija del rey de Argos, formó junto con su suegro un ejercito con siete capitanes, que fueron llamados los siete contra Tebas. Finalmente. Polinices propuso a su hermano un combate a muerte y entonces se hizo efectiva la maldición de Edipo y los dos hermanos se dieron muerte.
El tio de ambos Creonte tomó el reino e hizo enterrar a Eteocles con todos los honores de un heroe, mientras que a su hermano Polinices lo consideró un traidor porque había conducido un ejercito extranjero contra su propia ciudad, y prohibió que fuera enterrado. Pero su única hermana superviviente Antígona lo enterró. Creonte quiso que fuera enterrada viva en el Panteón de su familia por su desobediencia, pero ella se quitó la vida antes. Con su desaparición se cerraba la terrible maldición que había marcado los destinos de aquella estirpe funesta.
• La Mitología nos brinda pocas historias de AMOR entre un hombre y una mujer. Sin embargo, ésta se ha convertido en inspiración de muchas otras historias de amor.
ORFEO EL ENAMORADO
Orfeo, hijo de la musa Caliope, y su esposa Eurídice vivían muy enamorados. Pero un día una serpiente le mordió el talón a Eurídice y la mató. Orfeo suplicó a los dioses que le dejaran estar cerca de ella, pero en el Olimpo nadie le escuchó.
Orfeo, instruido en la lira, solamente cantaba sobre Eurídice. Desesperado, tomó una decisión, bajaría al Infierno y, tal vez, allí le prestarían atención los dioses de las sombras. Se enfrentaría a Hades, rey temible.
Bajó al Infierno y con sus sones mágicos hacía salir a las emocionadas sombras, privadas para siempre de la luz del sol. Su tristeza hizo enmudecer al Can Cerbero, que se quedó con las fauces abiertas y lo dejó atravesar las puertas del Infierno. En el mismo corazón del Infierno, Orfeo consiguió un hecho que nunca más volvería a repetirse. El mundo infernal se detuvo para escucharlo, incluso los torturados eternamente descansaron de sus suplicios. Orfeo clamaba a los dioses:“devolvedme a Eurídice”.
Todo el Infierno lloraba al compás de la lira de Orfeo. Y el mismísimo Hades y su esposa Perséfone secándose las lágrimas le respondieron:
“Te devolveremos a Eurídice, pero con una condición. No puedes mirarla hasta que hayas cruzado los limites del Infierno”.
Siguiendo las órdenes de los dioses, se puso en camino hacia la salida del Infierno. Mientras caminaba, ardía en deseos de verla y él, imprudente, se detuvo cerca de las puertas del día. Olvidándose del juramento volvió su cabeza para atrás y, al punto, Eurídice fue desapareciendo de la visión de Orfeo.
Hay quien dice que el tiempo cura el amor, pero no fue así para Orfeo, quien hasta el día de su muerte llevó el nombre de Eurídice en los labios.